miércoles, febrero 17

Joaquín Furriel tras el ACV



La vida le cambió a Joaquín Furriel  (41). Y cómo. A fines de octubre de 2015, cuando regresaba de sus vacaciones en Europa, el actor sufrió un ACV mientras volaba en avión de Londres a Buenos Aires.

Rápidamente fue trasladado al Sanatorio de los Arcos y se confirmó que su diagnóstico era un infarto isquémico, por suerte sin secuelas, pero que hizo que su cotidianeidad y hasta su manera de pensar mute por completo.

En una imperdible e intimista charla con Andy Kusnetzoff y el equipo de Perros de la Calle (lunes a viernes de 10 a 14 horas por FM Metro), el actor habló de cómo lo que desencadenó en su vida el ACV y mucho más.

"Para mí fue muy importante lo que pasó. Ahora estoy muy bien. Está bien hablarlo ahora en el contexto de la promoción de una película (Cien años de perdón es su último film), no me parecía hacerlo a las dos semanas del ACV", empezó Furriel.


"Lo que pasó es que tenía 10 kilos de más para mi personaje en Entre Caníbales, estaba grabando, ensayando una comedia y encima un día empecé a saltar en la cama y me fracturé la espalda. Ese fue el mensaje del 2015, parar un poco. Es decir, pensé 'si tenés 10 kilos de más, si vas a exponerte físicamente con el tema, no podés ir de acá para allá, ordenate'. Estuve dos meses con un corset rígido, me mejoré, me dieron el alta y me fui de vacaciones con mis amigos. Después me fui con mi hija y después con quien era mi pareja en ese momento (N de la R: la modelo Naomí Preizler). Fuimos a Europa, a Berlín, Ámsterdam y Londres. Disfruté muchísimo y me tomé un avión y tuve un ACV. Miré una película de los Beach Boys y me desperté a las ocho horas, lo cual es raro en un avión. Faltaban 50 minutos para llegar a Buenos Aires, hablé con un inglés perfecto pero cuando hablé con un argentino no podía expresarme bien. Ahí me di cuenta de que me pasaba algo. Después, cuando lo hablé con mi terapeuta, me dijo que yo negué ese momento, que pensé que había sido cansancio. Tardé 20 minutos para ponerme las zapatillas, perdí la noción del tiempo. Cuando bajé, quise abrir el teléfono con la mano izquierda y no podía, entonces lo hice con la derecha, es como que atravesé esa situación. No todos tenemos el mismo umbral del mismo dolor ni reaccionamos igual. El cincuenta por ciento de mi cuerpo funcionó por dos, por eso me agoté después. Hice los trámites y me fui a mi casa. Cuando llegué para acostarme, Naomi, que era mi novia, me dijo 'tenés la mitad del cuerpo paralizado, quiero que veas un médico', fue gracias a su determinación que fuimos a la clínica".

Furriel siguió: "Me hicieron 20 mil estudios, me quedé dormido y cuando me despierto, veo a Naomi, a mi exmujer Paola Krum (madre de su única hija, Eloísa, de 8 años) y a mi mamá y ahí pensé que había pasado algo. Las tres tenían cara de 'le pasó algo a Joaco'. Durante las pruebas, hacía mucho esfuerzo por pelearla, tocarme la nariz con la mano izquierda, ponele, y todo lo que me pedían, pero el médico en un momento me dijo 'mire Furriel, usted tuvo un ACV isquémico pero leve, sin secuelas. Yo le recomiendo que si usted económicamente puede, esté tres meses sin trabajar. Si tuviera 60 años, le diría que vuelva a todas sus actividades, pero a su edad, no'. Y lo hice. Realmente hace un mes y medio empecé a entender lo agradecido que tengo que estar con la vida. Estuve una o dos semanas muy para adentro y me empezó a agarrar miedo. Al principio no me había asustado y me agarró cuando me dijeron que formo parte del 30 por ciento del que no se sabe por qué le pasó. El médico entonces me dijo que eso era positivo, porque soy una persona sana y que seguramente no me va a volver a pasar, pero que también tenía su parte negativa que es que no me puede decir 'dejá de fumar, de tomar alcohol o drogas'".

Joaquín continuó su relato: "Fue entonces que empecé a caer en la situación y cuando me preguntaban cómo estaba, empecé a decir 'yyy, acá estoy'. Recuerdo que, por ejemplo, en los premios Tato yo estaba 'a la intemperie'. Tenía mucha contención porque estaba con toda la gente de Telefe, pero yo estaba como 'blando'. Cuando ganó el premio Ale Awada, con el que compartíamos la terna, me dice 'subamos' y yo no quería y me volvió a decir 'subamos'. Subí con el Chino Darín. Me gustó estar con él, subir, pero me sentía raro. Y encima Marley, que conducía la fiesta, no estaba todo el tiempo en el escenario y bajaba y se me ponía a hablar, ja, ja. Reconozco que no me dejaba mucho mimar y hoy estoy en un lugar diferente. Siempre fui muy celoso de mi intimidad y me sentí muy expuesto con todo esto. Pero me paraba la gente por la calle, un portero me agarró de la mano y emocionado me dijo que le llegó mucho y ahí me di cuenta de muchas cosas".


El actor compartió más de su introspección: "Todo este tiempo elegí quedarme solo, empecé a pensar por qué no me podía quedar solo en mi departamento, por qué tenía que mirar una serie y me di lugar para estar angustiado, para tener miedo. Ya no tengo 20 años, tengo 41. Un día me desperté y empecé a sentir una liviandad que es 'en mí puede habitar la vulnerabilidad'. De repente empecé a sentir, aunque parezca de libro, a habitar la vulnerabilidad y el miedo y eso hace que esos sentimientos vayan desapareciendo. Empecé a sentir mucho agradecimiento. Tuve dos accidentes muy complicados: lo de la espalda y lo del ACV. A partir de ahí mi vida empezó a ser un bonus track.

Estoy disfrutando un poco más de ir más despacio. Es más, tengo ganas de volver a ver todas las pelícuas y leer todos los libros que leí, porque cambié el foco. Me di cuenta de que lo más trascendental en la vida es que no existen las respuestas".

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